La vitamina C, presente en frutas y verduras, podría tener efecto sobre el sistema inmune innato y adaptativo; ya que parece influir en las respuestas inmunes tanto celulares como humorales. Podría interferir con la síntesis de citoquinas proinflamatorias y desempeñar un papel muy importante en el mantenimiento de la integridad del tejido y en la formación de la piel y barreras epiteliales y endoteliales.
Debido a la actividad antioxidante de la vitamina C, desde el punto de vista químico, frecuentemente se la ha relacionado con situaciones en las que la oxidación tiene un papel importante, a veces unido al detrimento del sistema inmune, como es el caso del estrés oxidativo después del ejercicio físico.
La vitamina C o ácido ascórbico es una molécula hidrosoluble sintetizada por los mamíferos a excepción de los seres humanos esto es debido a la carencia de la enzima L-gulonolactona oxidasa , por este motivo se requiere ingerir diversos alimentos que contienen esta vitamina, principalmente los cítricos como son las naranjas, el limón, la lima, el pomelo y otros alimentos como la fresa, el kiwi, el tomate, el brócoli, el coliflor y la papa.
Sus valores plasmáticos normales fluctúan entre 0.5 – 1.6 mg/dl; valores de 0.19 a 0.40 mg/dl son considerados deficiencia marginal y valores menores a 0.19 mg/dl indican deficiencia establecida.
La vitamina C es indispensable para la formación de colágeno y L-carnitina; para la conversión de colesterol en sales biliares; para la absorción del hierro; para decenas de procesos esteroidogénicos a nivel adrenal; para la neutralización de especies reactivas de oxígeno (ROS), por ende, atenúa el daño en el ADN; y, por supuesto, para estimular y modular la respuesta inmunitaria,
Desde el punto de vista inmunológico, la vitamina C presenta influencia directa sobre el funcionamiento de monocitos, neutrófilos y linfocitos (incluye a sus tres subtipos: linfocitos T, linfocitos B y natural killers). Estas células contienen 50-100 veces más vitamina C que aquella que circula en el plasma (esto implica que la concentración sanguínea de este micronutriente no indica necesariamente el estado de los almacenes corporales).
Los neutrófilos forman parte de la respuesta inmunitaria innata; de presentarse una infección, se dirigen a la zona afectada (quimiocinesis) siguiendo la pista de sustancias químicas liberadas para este fin (quimiotaxis); al llegar pueden liberar trampas (NETs) que atrapan microorganismos (netosis); y, también secretan y contienen diversas sustancias oxidantes (ROS) que los ayudan a destruir y digerir microorganismos.
La vitamina C no solo mejora la quimiotaxis, estimula la producción de sustancias oxidantes y las inactiva cuando se producen en cantidad excesiva; controla la netosis para evitar la necrosis tisular producida por neutrófilos y estimula su apoptosis cuando ya no son necesarios. Los linfocitos, por otro lado, presentan un número mayor de actividades debido a todos sus subtipos. Los linfocitos T, por ejemplo, se subdividen en T helper CD4 (éstos estimulan la activación de Th1 y Th2), T citotóxico CD 8 y T reguladores; cabe resaltar en esta lista el papel de los linfocitos Th1 responsables de la formación de interferón gamma. Los linfocitos B son responsables de la síntesis de inmunoglobulinas (IgA, IgM, IgG).
La vitamina C no solo estimula la respuesta inmunitaria de todas estas células, además, la detiene y controla cuando es demasiado exagerada (figura 1).
Papeles principales de la vitamina C en el sistema inmune
• Mejora la integridad de la barrera epitelial, promoviendo la síntesis de colágeno.
• Mantiene el estado oxidativo de las células y protege contra las especies reactivas del oxígeno generadas durante el estallido respiratorio y la respuesta inflamatoria.
• Estimula las funciones de los leucocitos (neutrófilos, y movimiento de los monocitos). • Regula la respuesta inmunitaria a través de sus propiedades antivirales y antioxidantes.
• Reduce la duración y severidad del resfriado común. • Reduce la incidencia del resfriado común y la neumonía en sujetos que practican ejercicio físico intenso o que viven en entornos con mucha gente.
Efectos sobre los linfocitos y Natural Killer
Las concentraciones de vitamina C en plasma y los leucocitos disminuyen rápidamente durante las infecciones y el estrés. La suplementación con vitamina C parece que mejora los componentes del sistema inmune humano, tales como actividades antimicrobianas y de células Natural Killer (NK), la proliferación de linfocitos T, la quimiotaxis e hipersensibilidad de tipo retardado, el aumento de la producción de citoquinas y la síntesis de inmunoglobulinas.
La vitamina C contribuye en el mantenimiento del estado oxidativo de las células y de esta manera las protege contra ERO generadas durante el estallido respiratorio y en la respuesta inflamatoria. Jeong et al. (2011) y Holmannova et al. (2012) observaron que la vitamina C inhibía la activación excesiva del sistema inmune para prevenir el daño tisular, que también ayudaba en la actividad antibacteriana y estimulaba las células NK.
Por otro lado, Manning et al. (2013) respaldaron, igualmente, que la deficiencia de vitamina C deriva en una variedad de problemas clínicos, incluyendo la inmunodeficiencia. Mostraron un modelo innovador de maduración in vitro de células T dependiente de la vitamina C, que además mostró que la regulación epigenética de la expresión génica es un mecanismo probable por el cual la vitamina C interviene en los efectos inmunológicos.
Efectos sobre los leucocitos
La vitamina C está muy concentrada en los leucocitos y se utiliza rápidamente durante la infección. De hecho, se ha definido como un estimulante de funciones de los leucocitos, sobre todo del movimiento de neutrófilos y monocitos.
Se ha descrito que los suplementos de vitamina C mejoran la quimiotaxis de neutrófilos en adultos sanos (1-3g/día) y niños (20mg/kg/día). Además, las concentraciones de vitamina C en plasma y leucocitos disminuyen rápidamente con el inicio de la infección y vuelven a la normalidad con la mejora de los síntomas, lo que sugiere que la dosis de vitamina C podría ser beneficiosa para el proceso de recuperación.
Consecuencias de su deficiencia
• Disminución del interferón, actividad de los linfocitos T y la producción de colágeno.
• Disminución de la resistencia a las enfermedades.
• La suplementación con altas dosis, estimula la actividad fagocítica y la actividad de linfocitos T.
Mecanismos antivirales de la vitamina C
Mecanismos directos:
1. Daño de la cápside viral debido a la capacidad redox de la vitamina C cuando se administra en dosis farmacológicas. El ácido ascórbico es un poderoso agente reductor (Cheng et al. 2012; Furuya et al. 2008).
2. Interrupción de la porción de azúcar de la cápside viral de su envoltura de glicoproteína cuando se administra en dosis farmacológicas (Asim et al. US20130004458A).
3. Inhibición de la replicación viral cuando se administra en dosis farmacológicas creando un ambiente hostil para que ocurra esta actividad, además de inhibir directamente las enzimas de replicación viral (Colunga Biancatelli et al.2020; Kim et al.2013; Jariwalla & Harakeh, 1996). El ácido ascórbico causa la degradación de los genomas monocatenarios y bicatenarios de los virus de ARN y ADN (Murata y Kitagawa, 1973; Murata y Uike, 1976; Wong et al. 1974) de modo que la replicación se vuelve susceptible al daño mediado por ascorbato, lo que resulta en una reducción producción de proteínas.
Mecanismos indirectos:
1. Aumenta la inmunidad celular mediante el aumento del número, la actividad y la agresividad de las células inmunitarias como leucocitos, linfocitos, células NK, macrófagos. La función y producción de linfocitos está influenciada por las concentraciones de vitamina C (Sorice et al. 2014). La vitamina C se acumula en los lisosomas de las células fagocíticas y mejora la quimiotaxis, la quimiocinesis y la fagocitosis. La vitamina C en presencia de oxígeno favorece la generación de especies reactivas de oxígeno como el H2O2 (Frei & Lawson, 2008). Se ha demostrado que la vitamina C aumenta la movilidad y la quimiotaxis de los fagocitos (Murata y Uike, 1976). Los glóbulos blancos acumulan vitamina C contra un gradiente de concentración, lo que da como resultado valores de 50 a 100 veces más altos que las concentraciones plasmáticas (Goldschmidt, 1991; Bergsten et al. 1990; Evans et al. 1982).
2. Aumenta la inmunidad humoral mediante la producción de anticuerpos (Carr y Maggini, 2017; Tanaka et al. 1994; Feigen et al. 1982).
3. Aumenta las proteínas antivirales como los interferones α / β mientras regula negativamente la producción de citocinas proinflamatorias TNF-α e IL-6 (Colunga Biancatelli et al. 2020; Wintergerst et al. 2006; Dahl & Degre, 1976).
4. Aumenta la energía al proporcionar los electrones necesarios y el movimiento de electrones que aumenta el flujo de electrones mitocondrial para la generación de ATP (González et al. 2005, González et al. 2010).
5. Limita la utilización de glucosa como la principal fuente de energía de los organismos patógenos, cuando se proporciona en dosis farmacológicas (Dakhale et al. 2011, Sanchez 2015; Ripoli et al. 2010). Los virus de ADN y ARN pueden inducir la glucólisis. Los virus pueden disminuir la fosforilación oxidativa de la célula huésped y aumentar la dependencia de la glucosa extracelular.
6. La acción antioxidante se produce cuando se proporciona vitamina C en dosis adecuadas para prevenir la peligrosa y grave cascada patológica de la tormenta de citocinas (Carr y Maggini, 2017; Marik 2018a; Marik 2018b; Hickey et al.2005; Marik, 2016). Mitiga la tormenta de citocinas: las citocinas pueden provocar respuestas proinflamatorias o antiinflamatorias, y la vitamina C parece modular las citocinas sistémicas y derivadas de leucocitos. La vitamina C protege a las células huésped contra los oxidantes liberados por los fagocitos. La vitamina C disminuye la generación de citocinas proinflamatorias TNF-α e IL-6 (Chen et al. 2014).La patología letal subyacente a COVID-19 es la lesión pulmonar aguda (ALI) / síndrome respiratorio agudo (SDRA) inducida por una tormenta de citocinas o un estrés oxidativo significativamente elevado. Estas patologías también se encontraron en SARS y MERS y otras infecciones virales respiratorias, así como en virus que afectan otras partes del cuerpo y causan fallas multiorgánicas. Las observaciones clínicas de la vitamina C en la mejora de la neumonía, el SDRA y la sepsis apoyan los efectos antioxidantes, antivirales y estimulantes del sistema inmunológico de la vitamina C.
7. Mantiene la integridad estructural de las células mediante la promoción de la formación de colágeno (Englard & Seifter, 1986; Murad et al. 1981). La vitamina C protege la función de barrera endotelial contra el daño de la sepsis (Han et al. 2010).
8. Modula la expresión génica. La administración de vitamina C disminuye la expresión de genes de susceptibilidad, incluida la señalización antiviral mitocondrial (MAVS) y el factor regulador de interferón 3 (IRF3), y aumenta la expresión de NF-κB. Estos en conjunto inducen interferones de tipo I (IFN) y provocan una respuesta antiviral innata (Cai et al. 2015).
Finalmente, y de modo preventivo, la Sociedad Internacional de Inmunonutrición ha propuesto una suplementación de entre 200 – 2000 mg por día de vitamina C con el objetivo de fortalecer el sistema inmunológico (6). Debe recordarse que consumos diarios de vitamina C de alrededor de 100 mg tienen un impacto positivo sobre los almacenes leucocitarios de la vitamina y que la mayoría de estudios sobre este aspecto han empleado cantidades suplementarias entre 250 mg – 1000 mg por día.